sábado, 27 de febrero de 2010

Santa Teresita del niño Jesús

La Iglesia le dedica este día para que la conozcamos y tratemos de imitar sus virtudes de delicadeza y pefección en las cosas pequeñas.
Hay dos santas con el mismo nombre: Santa Teresita del Niño Jesús o de Lisieux y Santa Teresa de Ávila (15 de Octubre). Ambas fueron monjas carmelitas, nos dejaron una autobiografía y son santas doctoras de la Iglesia.
María Francisca Teresa (Santa Teresita del Niño Jesús o de Lisieux) nació el 2 de Enero de 1873 en Francia. Hija de un relojero y una costurera de Alençon. Tuvo una infancia feliz y ordinaria, llena de buenos ejemplos. Teresita era viva e impresionable, pero no particularmente devota.
En 1877, cuando Teresita tenía cuatro años, murió su madre. Su padre vendió su relojería y se fue a vivir a Lisieux donde sus hijas estarían bajo el ciudado de su tía, la Sra. Guerin, que era una mujer excelente. Santa Teresita era la preferida de su padre. Sus hermanas eran María, Paulina y Celina. La que dirigía la casa era María y Paulina que era la mayor se encargaba de la educación religiosa de sus hermanas. Les leía mucho en el invierno.
Cuando Teresita tenía 9 años, Paulina ingresó al convento de las carmelitas. Desde entonces, Teresita se sintió inclinada a seguirla por ese camino. Era una niña afable y sensible y la religión ocupaba una parte muy importante de su vida.
Cuando Teresita tenía catorce años, su hermana María se fue al convento de las carmelitas igual que Paulina. La Navidad de ese año, tuvo la expeirencia que ella llamó su “conversión”. Dice ella que apenas a una hora de nacido el Niño Jesús, inundó la oscuridad de su alma con ríos de luz. Decía que Dios se había hecho débil y pequeño por amor a ella para hacerla fuerte y valiente.
Al año siguiente, Teresita le pidió permiso a su padre para entrar al convento de las carmelitas y él dijo que sí. Las monjas del convento y el obispo de Bayeux opinaron que era muy joven y que debía esperar.
Algunos meses más tarde fueron a Roma en una peregrinación por el jubileo sacerdotal del Papa León XIII. Al arrodillarse frenta al Papa para recibir su bendición, rompió el silencio y le pidió si podía entrar en el convento a los quince años. El Papa quedó impresionado por su aspecto y modales y le dijo que si era la voluntad de Dios así sería
Teresita rezó mucho en todos los santuarios de la peregrinación y con el apoyo del Papa, logró entrar en el Carmelo en Abril de 1888. Al entrar al convento, la maestra de novicias dijo; “ Desde su entrada en la orden, su porte tenía una dignidad poco común de su edad, que sorprendió a todas las religiosas.” Profesó como religiosa el 8 de Septiembre de 1890. Su deseo era llegar a la cumbre del monte del amor.
Teresita cumplió con las reglas y deberes de los carmelitas. Oraba con un inmenso fervor por los sacerdotes y los misioneros. Debido a esto, fue nombrada después de su muerte, con el título de patrona de las misiones, aunque nunca habia salido de su convento.

Se sometió a todas las austeridades de la orden, menos al ayuno, ya que era delicada de salud y sus superiores se lo impidieron. Entre las penitencias corporales, la más dura para ella era el frío del invierno en el convento. Pero ella decía “Quería Jesús concederme el martirio del corazón o el martirio de la carne; preferiría que me concediera ambos.” Y un día pudo exclamar “He llegado a un punto en el que me es imposible sufrir, porque todo sufrimiento es dulce.”
En 1893, a los veinte años, la hermana Teresa fue nombrada asistente de la maestra de novicias. Prácticamente ella era la maestra de novicias, aunque no tuviera el título. Con respecto a esta labor, decía ella que hacer el bien sin la ayuda de Dios era tan imposible como hacer que el sol brille a media noche.
Su padre enfermó perdiendo el uso de la razón a causa de dos ataques de parálisis. Celina, su hermana, se encargó de cuidarlo. Fueron unos año difíciles para las hijas. Al morir el padre, Celina ingresó al convento con sus hermanas.
En este mismo año, Teresita se enfermó de tuberculosis. Quería ir a una misión en Indochina pero su salud no se lo permitió. Sufrió mucho los últimos 18 meses de su vida. Fue un período de sufrimiento corporal y de pruebas espirituales. En junio de 1897 fue trasladada a la enfermería del convento de la que no volvió a salir. A partir de agosto ya no podía recibir la Comunión debido a su enfermedad y murió el 30 de Septiembre de ese año. Fue beatificada en 1923 y canonizada en 1925. Se le presenta como una monja carmelita con un crucifijo y rosas en los brazos. Ella decía que después de su muerte derramaría una lluvia de rosas.
El culto a esta santa comenzó a crecer con rapidez. Los milagros hechos gracias a su intercesión atrajeron a atención de los cristianos del mundo entero.
Escribió el libro “Historia de un alma” que es una autobiografía. Escribe frases preciosas como éstas en ese libro: “Para mí, orar consiste en elevar el corazón, en levantar los ojos al cielo, en manifestar mi graitud y mi amor lo mismo en el gozo que en la prueba.”; “Te ruego que poses tus divinos ojos sobre un gran número de almas pequeñas.” Teresita se contaba a sí misma entre las almas pequeñas, decía “Yo soy un alma minúscula, que sólo puede ofrecer pequeñeces a nuestro Señor.”
¿Qué nos enseña Santa Teresita?
Nos enseña un camino para llegar a Dios: la sencillez de alma. Hacer por amor a Dios nuestras labores de todos los días. Tener detalles de amor con los que nos rodean. Esta es la “grandeza” de Santa Teresita. Decía: “Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra.”El secreto es reconocer nuestra pequeñez ante Dios, nuestro Padre. Tener una actitud de niño al amar a Dios, es decir, amarlo con simplicidad, con confianza absoltua, con humildad sirvendo a los demás. Esto es a lo que ella llama su “caminito”. Es el camino de la infancia espiritual, un camino de confianza y entrega absoluta a Dios.
Nos enseña a servir a los demás con amor y perfección viendo en ellos a Jesús. Toda su vida fue de servicio a los demás. Ser mejores cada día con los demás en los detalles de todos los días.
Nos enseña a tener paciencia ante las dificultades de la vida. Su enfermedad requi-rió de mucha paciencia y aceptación. Sólo estando cerca de Dios el sufrimiento se hace dulce.
Nos enseña a tener sentido del humor ante lo inevitable. Dicen que durante la meditación en el convento, una de las hermanas agitaba su rosario y esto irritaba a Santa Teresita. Decidió entonces en lugar de tratar de no oir nada, escuchar este ruido como si fuera una música preciosa. En nuestras vidas hay situaciones o acciones de los demás que nos molestan y que no podemos evitar. Debemos aprender a reirnos de éstas, a disfrutarlas por que nos dan la oportunidad de ofrecer algo a Dios.
Nos enseña que podemos vivir nuestro cielo en la tierra haciendo el bien a los que nos rodean. Actuar con bondad siempre, buscando lo mejor para los demás. Esta es una manera de alcanzar el cielo.
Nos enseña a ser sencillos como niños para llegar a Dios. Orar con confianza, con simplicidad. Sentirnos pequeños ante Dios nuestro Padre.
“Después de mi muerte haré caer una lluvia de rosas”.
“Pasaré mi Cielo haciendo bien sobre la tierra”.
Teresita sigue dejando caer su lluvia de rosas, y los que son suficientemente prudentes para recoger los preciosos pétalos, se encuentran atraídos irresistiblemente a Jesús

Oración
Virgen María y Santa Teresita, ayúdenme a tener más amor a Dios para servir mejor a los que me rodean, buscanso siempre la humildad de mi corazón, entendiendo que la voluntad de Dios solo es el amor, un amor de ayuda y servicio aquellos desfavorecidos y necesitados de la presencia del creador. por Jesucristo nuestro Señor Amen.

jueves, 11 de febrero de 2010

Oración a Nuestra Señora de Lourdes


Oh María, que te apareciste a Bernardita
en la cavidad de la roca;
al frío y a las sombras del invierno
tú les trajiste el calor de tu presencia
y el resplandor de tu belleza.
Infunde la esperanza, renueva la confianza
en el vacío de nuestras vidas,
tantas veces sumidas en la sombra,
y en el vacío de nuestro mundo,
en el que el Mal hace valer su fuerza.
Tú, que eres la Inmaculada Concepción,
socórrenos, pues somos pecadores.
Danos humildad para la conversión
y valor para la penitencia.
Enséñanos a rezar por todos los hombres.
Guíanos a la fuente de la verdadera vida.
Ayúdanos a caminar como peregrinos
en el seno de la Iglesia.
Estimula en nosotros el hambre de la Eucaristía,
pan del caminante, el Pan de Vida.
Oh María, el Espíritu Santo hizo en ti maravillas:
Él, con su poder, te ha colocado junto al Padre,
en la gloria de tu Hijo, el Viviente.
Vuelve tu maternal mirada
a nuestras miserias del cuerpo y del espíritu.
Que tu presencia, como luz reconfortante,
brille a nuestro lado en el trance de la muerte.
Queremos rezarte, oh María,
con sencillez de niños, como Bernardita.
Que entremos, como ella, en el espíritu
de las Bienaventuranzas;
así podremos, ya aquí abajo,
empezar a conocer las alegrías del Reino
y cantar contigo tu Magníficat.
¡Gloria a Ti, Virgen María,
dichosa servidora del Señor,
Madre de Dios,
morada del Espíritu Santo!
¡Amén!

martes, 9 de febrero de 2010

Oración de sanación interior del Padre Emiliano Tardif

Padre de bondad, Padre de amor, 
te bendigo, te alabo y te doy gracias 
porque por amor nos diste a Jesús. 
Gracias Padre porque a la luz de tu Espíritu 
comprendemos que Jesús es la luz, 
la verdad y el buen pastor, 
que ha venido para que tengamos vida 
y la tengamos en abundancia. 
Hoy, Padre, me quiero presentar 
delante de ti, como tu hijo. 
Tú me conoces por mi nombre. 
Pon tus ojos de Padre amoroso en mi vida 
Tú conoces mi corazón 
y conoces las heridas de mi historia. 
Tú conoces todo lo que he querido hacer 
y no he hecho. 
Conoces también lo que hice 
o me hicieron lastimándome. 
Tú conoces mis limitaciones, 
errores y mi pecado. 
Conoces los traumas 
y complejos de mi vida. 
Hoy, Padre, 
te pido que por el amor 
que le tienes a tu hijo Jesucristo, 
derrames tu Santo Espíritu sobre mí, 
Para que el calor de su amor sanador, 
penetre en lo más íntimo de mi corazón. 
Tú que sanas los corazones destrozados 
y vendas las heridas, 
sáname aquí y ahora de mi alma, 
mi mente, mi memoria y todo mi interior. 
Entra en mí, Señor Jesús, 
como entraste en aquella casa 
donde estaban tus discípulos 
llenos de miedo. 
Tú te apareciste en medio de ellos 
y les dijiste: 
“Paz a vosotros”. 
Entra en mi corazón y dame tu paz. 
Lléname de amor. 
Sabemos que el amor echa fuera el temor. 
Pasa por mi vida y sana mi corazón. 
Sabemos, Señor Jesús, 
que tú lo haces siempre que te lo pedimos, 
y te lo estoy pidiendo con María, mi Madre, 
la que estaba en las bodas de Caná 
cuando no había vino 
y tú respondiste a su deseo, 
transformando el agua en vino. 
Cambia mi corazón 
y dame un corazón generoso, 
un corazón afable, 
un corazón bondadoso, 
dame un corazón nuevo. 
Haz brotar en mi 
los frutos de tu presencia. 
Dame el fruto de tu Espíritu 
que es amor, paz, alegría. 
Haz que venga sobre mí 
el Espíritu de las bienaventuranzas, 
para que pueda saborear 
y buscar a Dios cada día 
viviendo sin complejos ni traumas 
junto a los demás, 
junto a mi familia, 
junto a mis hermanos. 
Te doy gracias, Padre, 
por lo que estás haciendo hoy en mi vida. 
Te doy gracias de todo corazón 
porque tú me sanas, 
porque tú me liberas, 
porque tu rompes las cadenas 
y me das la libertad. 
Gracias, Señor Jesús, 
porque soy templo de tu Espíritu 
y este templo no se puede destruir 
porque es la casa de Dios. 
Te doy gracias, Espíritu Santo, 
por la fe. 
Gracias por el amor que has puesto en mi corazón. 
¡Qué grande eres, Señor Dios 
Trino y Uno! 
Bendito y alabado seas, Señor
 

lunes, 8 de febrero de 2010

Oración de San Francisco de Asís

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
D
onde hay odio, que lleve yo el Amor.

D
onde haya ofensa, que lleve yo el   Perdón.
D
onde haya discordia, que lleve yo la Unión.
D
onde haya duda, que lleve yo la Fe.
D
onde haya error, que lleve yo la Verdad.
D
onde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.

D
onde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.
Porque es:
Dando , que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna.


domingo, 7 de febrero de 2010

Reza el Rosario y tu vida nunca volverá a ser la Misma

Reza el Rosario! Hazlo parte de tu oración diaria y tu vida nunca volverá a ser la misma.

Conversión de Eduardo Verástegui

Eduardo Verastegui habla sobre el giro que dio su vida al encontrar a Dios.